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PROYECTO DE RESOLUCION
Expediente: 5251-D-2006
Sumario: SOLICITAR AL PODER EJECUTIVO DISPONGA INCLUIR LA CONMEMORACION DEL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DEL PREMIO NOBEL ARGENTINO DOCTOR LUIS FEDERICO LELOIR EN EL PLAN DE EMISIONES DE ENTEROS POSTALES Y SELLOS POSTALES CONMEMORATIVOS - DECRETO 1185/90 Y MODIFICATORIAS.
Fecha: 08/09/2006
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 127
Solicitar al Poder Ejecutivo
Nacional que, a través de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones,
en uso de las facultades conferidas por el Decreto 1185/90 y sus
modificatorias, o de los organismos que correspondan, incluya en las
temáticas del plan de emisiones de enteros postales y sellos postales
conmemorativos y/o extraordinarios del correo oficial para el año 2006,
la conmemoración del centenario del nacimiento de premio nobel
argentino Dr. Luis Federico Leloir (6 de septiembre de 1906 - 6 de
septiembre de 2006).
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Se cumplirán cien años del
día en que nació Luis Federico Leloir, en la avenida Víctor Hugo, a dos
cuadras del Arco de Triunfo, en París., sus padres, argentinos,
regresaron a su tierra cuando el pequeño tenía dos años y al crecer,
realizó sus estudios en Buenos Aires y luego se convirtió en argentino
por opción.
Leloir se recibió de médico
en la Universidad de Buenos Aires, en 1932. Hizo su tesis doctoral con la
dirección de otro premio Nobel, Bernardo A. Houssay, su maestro, con
quien establecería una amistad de toda la vida y, sobre todo, una
relación de admiración mutua.
Dos años después de
concluir con su tesis, Leloir fue a estudiar bioquímica a la Universidad
de Cambridge, en el instituto dirigido por Frederick G. Hopkins,
también premio Nobel y uno de los fundadores de la disciplina, que
todavía era muy joven. Muchos años más tarde, Leloir comentó: "La
bioquímica y yo crecimos casi al mismo tiempo...".
Después de poco más de un
año, Leloir regresó al Instituto de Fisiología de Buenos Aires. Allí se
asoció con Juan María Muñoz, con quien demostró que un homogeinato
de hígado libre de células enteras podía oxidar ácidos grasos (1938).
Esto fue importante en términos científicos y tuvo gran repercusión
internacional: hasta ese momento se pensaba que la oxidación de ácidos
grasos ocurría únicamente en las células enteras.
En ese momento, en el
instituto un joven tesista estaba estudiando el mecanismo de la
hipertensión de origen renal, un tema de gran interés médico.
Houssay formó un equipo
con aquel joven -Juan Carlos Fasciolo-, Eduardo Braun Menéndez y
Alberto Taquini, para estudiar ese problema. A ellos se sumaron Leloir
y Muñoz, por su experiencia en enzimología.
Al poco tiempo encontraron
una enzima de riñón que a partir de un compuesto del plasma
sanguíneo liberaba una sustancia a la que se denominó hipertensina, por
su fuerte capacidad de elevar la presión arterial.
Leloir recordaba siempre
esa exitosa tarea en equipo. En ese grupo de compañeros, con alegría y
cordialidad, se estableció una profunda amistad.
Aquí Jaime Campomar, con
el consejo de Houssay, había fundado el Instituto de Investigaciones
Bioquímicas, la Fundación Campomar. Houssay propuso que Leloir
fuera el director, cargo que ocupó ni más ni menos que durante cuarenta
años. En el Instituto, realizó toda su labor creativa, por la que recibió las
distinciones más importantes para un científico.
Comenzaron en una casa
modesta en Palermo, en la calle Julián Alvarez, como un grupo
pequeño, de sólo seis investigadores. Allí, en silencio y en condiciones
precarias, pero con mucho entusiasmo, se hicieron los primeros
descubrimientos importantes del equipo de Leloir.
En 1957, Leloir era uno de
los principales candidatos para el premio Nobel, el mismo que le
otorgaron bastantes años después, y recibió una oferta de mudarse con
todo su instituto al Massachusetts General Hospital, al laboratorio que
había dejado Fritz Lipman. El ofrecimiento era tentador, pero después
de muchas discusiones con sus colegas, que estaban inclinados a
aceptarlo, Leloir decidió, igual que su maestro Houssay, quedarse a
trabajar en el país.
La mudanza a un edificio
desocupado -anteriormente, un colegio- en la calle Obligado la hicieron
varios familiares de Leloir, entre ellos su esposa, Amelia Zuberbühler,
quien durante semanas y sin perder una pizca de su elegancia cargó y
acomodó objetos diversos, pintó muebles y colaboró con eficiencia en
todas las tareas.
En 1958, Leloir fue
designado profesor extraordinario de la Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales de la UBA, y comenzó un período de fructífera colaboración
con esa casa de estudios, que proveyó al grupo de fondos y cargos
docentes y de investigación y habilitó laboratorios para la enseñanza
superior.
En esos tiempos
políticamente cambiantes, Leloir, con habilidad y energía, logró que el
Instituto siguiera trabajando al margen de toda bandería política.
En el nuevo edificio de
Belgrano, el clima de entusiasmo con que se trabajaba fue exactamente
el mismo. Tal vez no haya podido conservarse la intimidad del grupo
más pequeño que tanto recuerdan con nostalgia sus integrantes, pero se
mantuvo el espíritu estimulante, el deseo de progreso y la tenacidad
para alcanzar las metas buscadas.
Leloir daba el ejemplo a los
doctores jóvenes. Metódico, agudo en las observaciones, profundamente
modesto, parco al hablar y muy celoso a la hora de evitar gastos
superfluos, estimulaba la imaginación y el ingenio de los demás, para
fabricar o modificar equipos con técnicas caseras.
El Instituto seguía creciendo
y fue recibida la donación de un terreno frente al parque Centenario.
Comenzó enseguida una
activa campaña para conseguir los fondos con los que se construiría el
nuevo que se mudó en 1983 y allí siguió trabajando el doctor Leloir
hasta su muerte, el 2 de diciembre de 1987.
Hablar de la personalidad
de Leloir es unir al experimentador nato y de talento excepcional con el
ser humano excepcional.
Su rutina era muy simple.
Usaba muy pocos tubos de ensayo para sus experimentos. No tenía
muchos colaboradores. Llegaba al laboratorio a las 9 y a las 17 se
retiraba, cargado de libros y de revistas, para seguir estudiando en su
casa. Lo mismo hacía todos los días del año, excepto los domingos, el 25
y el 31 de diciembre.
Todo le resultaba fácil. No
obstante, solía exagerar sus fracasos para que no nos desanimáramos
ante los nuestros. Generalmente, disimulaba estos últimos con algún
comentario risueño, ya que se caracterizaba por su gran sentido del
humor.
Leloir escuchaba a sus
colaboradores con atención, al mismo tiempo que continuaba con sus
experimentos. Después de un día plagado de lo que en apariencia eran
fracasos, hacía dibujitos en pequeños pedazos de papel. Eran trazos
simples, pero expresivos. Aparentemente triviales, pero profundos.
Aunque apelaban al lado cómico, sus observaciones agudas jamás se
manchaban con el humor cáustico.
Otro aspecto de su
personalidad era su genuino interés por el país. Como investigador,
tenía entusiasmo por el progreso tecnológico del mundo. Sentía
admiración por Houssay y por la energía con la que se había iniciado en
la Argentina el camino de la investigación, con la creación del Conicet,
en 1958.
Pero de política, en general,
prefería no hablar. En una entrevista le preguntaron si no sentía un poco
de nostalgia por la época en la que la Argentina era "el granero del
mundo". Leloir fue terminante: "El país no puede seguir confiando sólo
en sus riquezas naturales. Hubo un cambio muy grande desde que la
fuente de riqueza pasó de los campos a las fábricas, y desde ellas hasta
los descubrimientos científicos", dijo.
Para el inolvidable premio
Nobel, el problema central del país que había elegido como propio era
que la tecnología científica no resultaba comprendida por la sociedad en
general, pero era todavía menos entendida por los gobernantes.
En este aniversario es
preciso reflexionar sobre su voluntad de trabajo, con la que logró un
clima de camaradería y, a la vez, de trabajo serio y responsable.
También y también recordar a Amelia Zuberbühler, que lo acompañó
con comprensión y cariño para que él pudiera expresar sin trabas sus
grandes dotes para la ciencia.
Por lo expuesto, solicitamos
a la Cámara de Diputados de la Nación la aprobación del presente
Proyecto de Resolución.
Firmante | Distrito | Bloque |
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CANTEROS, GUSTAVO JESUS ADOLFO | CORRIENTES | PROYECTO CORRIENTES |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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COMUNICACIONES E INFORMATICA (Primera Competencia) |
Trámite en comisión(Cámara de Diputados)
Fecha | Movimiento | Resultado |
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14/11/2006 | DICTAMEN | Aprobado con modificaciones como proyecto de declaración |
Dictamen
Cámara | Dictamen | Texto | Fecha |
---|---|---|---|
Diputados | Orden del Dia 1632/2006 | CON MODIFICACIONES; LA COMISION ACONSEJA APROBAR UN PROYECTO DE DECLARACION | 07/12/2006 |
Trámite
Cámara | Movimiento | Fecha | Resultado |
---|---|---|---|
Diputados | CONSIDERACION Y APROBACION | APROBADO |